Cruce de civilizaciones, estilos artísticos y destinos históricos, la capital leonesa ha dedicado las últimas décadas a combinar con inteligencia las más gallardas leyendas urbanas con el paso adelante arquitectónico, concretado en un ramillete de espacios públicos que aúnan utilidad y belleza.
Las calles centenarias del casco antiguo, sembradas de valiosos fragmentos de la vida local, han cedido cierta cuota de protagonismo en favor de otras arterias y monumentos que procuran a la ciudad un reconfortante baño de ego. León reinventa constantemente su entramado, mientras fabrica nuevos paisajes que son sinónimo de prosperidad. Así se conforma un vistoso envoltorio tejido con hilos de modernidad.
Afortunadamente, León presenta múltiples caras, y de tan exquisito viaje al pasado pasamos casi sin transición a la fiesta visual que supone el Auditorio, inaugurado en el año 2002. Su rostro de estética cubista, estructurado a base de ventanas, da entrada a un interior cálido y confortable, ideal para disfrutar de la música. Siguiendo el rastro a una arquitectura concebida como espectáculo, la Delegación de la Junta de Castilla y León sintetiza un guiño a lo moderno y lo funcional. Símbolo de luto y respeto, el Tanatorio se suma con absoluta convicción a las corrientes de nueva arquitectura que son santo y seña del León más actual y mundano, como evidencia la gran lámina de agua que ejerce las funciones de cubierta superior.
Cerrando el paseo por lo estético y moderno de esta ciudad que ha sabido crecer sin renunciar a sus orígenes, dos últimos hitos, el Musac es una obra de Emilio Tuñón y Luis Mansilla que ha merecido los más prestigiosos galardones europeos, siendo este, uno de los mejores centros de arte contemporáneo del país, volcado en acercar al visitante a los más radicales movimientos de la vanguardia. Finalmente se incorpora a esta lista de edificios que van conformando una nueva fisonomía del “skyline” de León el Palacio de Exposiciones obra del francés Dominique Perrault y situado en los terrenos de la Antigua Azucarera de Santa Elvira, en una parcela de aproximadamente 75.800 m², fantástico broche de oro en el decorado urbano de esta ciudad del siglo XXI, decidida a entrar por la puerta grande del futuro.