El latido del agua que lleva el río Bernesga, columna líquida de la ciudad, hace las veces de surtidor de emociones para este gran corredor ecológico que, especialmente durante los meses de verano, brilla de actividad deportiva y sentimental.
A lo largo del cauce se extienden zonas de juego para los más pequeños, espacios de footing, un carril dedicado a los amantes de la bicicleta y, casi debajo del puente de San Marcos, la concurrida bolera. Así se configura un espacio de convivencia y tolerancia absolutamente recomendable para pasear a los animales de compañía, vagar por el tierno tapete o vaguear sobre su verde y fresca piel.