Escenario para la evocación y el murmullo, el Paseo de la Condesa forma parte principal de la identidad leonesa.
La solemne estatua de Guzmán el Bueno marca el inicio de un trayecto verde estructurado en forma de bulevar con frondosos castaños y setos ornamentados. Los sucesivos jardines llegan hasta el hostal de San Marcos, siguiendo el curso del omnipresente río Bernesga. Volviendo la vista atrás, el kiosco de música de estilo japonés fue en el pasado nido de chismes e ilusiones de caramelo para los enamorados. Hoy en día, como concesión a los nuevos tiempos, está ocupado por jóvenes que ensayan break dance, sin desmerecer la noble apostura de tan entrañable rincón capitalino.