Para el estudioso, para el visitante, para el actuante, para el mero observador la ciudad está llena de costumbres. Costumbres de profunda raíz rural o urbana, de carácter civil o religioso, de sentimiento ceremonioso o popular. Las rurales, más diluidas; las urbanas, más recientes; las civiles, más visibles; las religiosas, más antiguas; las ceremoniosas, más admirativas; las populares, más cercanas. Costumbres que, sumadas, son esa tradición que la sociedad está siempre forjando junto a su devenir, junto a la historia de santos y santas, de patronos, de cofradías, de gremios, de viejos tributos, de arduas batallas, de héroes… Y el resultado son misas, bendiciones, procesiones, votos, ofrendas, foros y ofertas, carnavales, música, cantos, bailes, rondas, gigantes y cabezudos, cabalgatas, visitas corporativas, conmemoraciones, fiestas…, es decir, la memoria de la costumbre, la costumbre de cada fecha, la fecha de cada año.