IGLESIA DE SAN PEDRO, LA PUERTA DE ENTRADA A LEÓN
En su memoria, la iglesia de San Pedro acoge el Centro de Interpretación del León Judío y del Camino de Santiago, pues constituye la antesala
para todos aquellos caminantes que, armados de concha, bastón y mochila, llegan a la capital leonesa en su viaje del este hacia el oeste en busca del conocimiento.
SANTA ANA, SABIDURÍA ANCESTRAL
En torno al Camino de Santiago se han tejido infinidad de leyendas y misterios, pero también realidades como la plasmada en la iglesia de Santa Ana, primer templo de la ciudad en dar la bienvenida a los peregrinos.
Dedicada anteriormente al Santo Sepulcro, a su lado existió un osario que recogía los restos de aquellos infortunados caminantes que no lograron llegar a su destino. La sabiduría ancestral del templo propició, durante siglos, una convivencia tolerada entre judíos, moriscos y cristianos. Y muy cerca de sus muros vino al mundo, en 1896, Buenaventura Durruti, el mítico líder anarquista.
PUERTA MONEDA, COMERCIO Y CULTURA
Fue acogedor feudo para los monederos que acuñaban piezas de cobre, plata y oro, además de ejercer como cambistas para los peregrinos que contribuyeron decisivamente al florecimiento del comercio y el intercambio cultural que trajo consigo el Camino de Santiago, tremendo cauce de civilización y progreso.
IGLESIA DEL MERCADO, APARICIONES CELESTIALES
Un pastor que cuidaba sus rebaños encontró, escondida entre las zarzas, una imagen de la Virgen María. Milagroso acontecimiento, bautizado por las gentes como “La Aparición”, ocurrido en el mismo lugar donde ahora se erige una cruz de piedra, sita en la aledaña plaza del Grano.
LA RÚA, ENTRE EL CIELO Y LA TIERRA
La llamada antaño rúa de los Francos es una de las travesías con más personalidad del León histórico, ambientada desde tiempo inmemorial por el roce de las sandalias y el golpe del cayado jacobeo. Se dice, con mucha razón, que existen tantos Caminos como peregrinos, pero la Rúa sigue siendo testigo directo del goteo humano que, meciéndose entre la tierra y el cielo, viaja hacia la casa del Apóstol.
En el Camino de Santiago se entremezclan las fábulas con historias tan reales como la “confesión de fe” realizada por el centurión romano Marcelo, oficial destacado de la Legio VII, que le valdría un infamante martirio.
Sobre el mismo lugar en que proclamó su conversión al cristianismo se alza el templo que acoge, en una urna de plata situada en el altar mayor, las reliquias del santo. Se trata de la principal referencia espiritual dentro de un enclave ornamentado por todo un mundo de detalles históricos y monumentales.
CALLE ANCHA, EL RUIDO DE LA VIDA
El mundo en movimiento de los peregrinos toma ahora por la calle Ancha, una arteria que ha visto pasar todo el bagaje jacobeo de ideas y mercancías.
El alegre ruido de la vida se hace notar en este trayecto donde puede palparse, escrutando sus fachadas y entrando en sus comercios, alguno de ellos centenario, el rastro de los mejores afanes humanos. Escenario en el pasado de los carnavales y otros divertimentos locales, la calle Ancha, dicho sea en palabras de Cayón Waldaliso, por tenerlo todo, tiene hasta la Catedral al fondo.
CATEDRAL, MATERIA DE LOS SUEÑOS
El protocolo del Camino exige, desde siempre, detenerse ante semejante obra maestra del arte gótico español: la Catedral de Santa María.
En la entrada principal de este templo construido con la materia de los sueños figura una estatua de la Virgen Blanca o Virgen de las Nieves. Y ambién una columna, conocida como Locus Apellationis, donde se situaba el imponente tribunal que juzgaba y sentenciaba los delitos cometidos en el León medieval, tanto por parte de los propios del lugar como de aquellos forasteros que, llevados por su ímpetu jacobeo, discurrían por la calle Mayor de Europa.
BARRIO ROMÁNTICO, AL GUSTO LEONÉS
Los mil y un recovecos de la orografía jacobea adoptan, al paso por la capital, su expresión más castiza en el llamado Barrio Romántico, trazado muy al gusto leonés.
Sus calles rebosan colorido y actividad gracias a los numerosos bares de tapeo y establecimientos de corte tradicional que abren sus puertas en una de las zonas más animadas y vibrantes de la ciudad. El legado milenario de solidaridad peregrina haya natural acomodo en una barriada donde lo moderno y lo vetusto se comprometen en un afortunado matrimonio de conveniencia.
SAN ISIDORO, DEMOCRACIA Y LITURGIA
La Basílica de San Isidoro es uno de los grandes tesoros románicos del Camino de Santiago. Coronada por una veleta en forma de gallo traída desde muy remotos horizontes.
Entre sus ilustres muros duermen el sueño eterno los últimos vestigios del santo titular, rescatados de Sevilla por el obispo Alvito. Y a su vera, en el Panteón Real, se encuentran sepultados numerosos miembros del linaje que gobernó estas tierras durante siglos, eligiendo la basílica como escenario para reunir, en 1188, las primeras cortes de inspiración democrática convocadas en Europa. Para conocer más sobre San Isidoro.
RENUEVA, UNA ESCUELA DE VIDA
Los siglos de oro de las peregrinaciones coinciden, puntualmente, con la etapa de mayor esplendor que ha gozado la capital leonesa.
Buena prueba del peso jacobeo en la transformación urbana se encuentra en la calle de Renueva, o Rúa Nueva, frecuentada desde antiguo por los romeros que venían de presentar sus respetos ante las reliquias del santo Isidoro. Aquel antiguo y empobrecido arrabal es, hoy en día, una zona noble y selecta que combina las reliquias del ayer con llamativos testimonios de la arquitectura concebida como espectáculo.
SUERO DE QUIÑONES, EL HECHIZO DEL AMOR.
El periplo jacobeo ha forjado leyendas y episodios de traza novelesca como el protagonizado por el caballero leonés Suero de Quiñones.
Corría el verano del año jubilar de 1434 cuando, en compañía de otros nueves mantenedores, rompió lanzas a orillas del Órbigo contra todo aventurero que osara cruzar su puente. Una liza planteada como prenda de amor hacia su ingrata enamorada. Una vez terminada la justa, todo el grupo se dirigió en romería a Compostela, donde don Suero hizo entrega al Apóstol de un brazalete de oro en señal de agradecimiento.
SAN MARCOS, PARA PLACER DE LA POSTERIDAD
Hito arquitectónico de primer orden en el trayecto jacobeo, la fundación del edificio de San Marcos, un hospital dedicado a la atención del peregrino, se debe a la infanta doña Sancha.
El recinto fue luego casa mayor de la Orden de Santiago y ahora, ennoblecido por un bello envoltorio plateresco, hotel de lujo. A lo largo de la fachada de este monumento diseñado para placer de la posteridad lucen una veintena de medallones que representan distintos paisajes del Camino. Y frente a la entrada principal, un crucero arropado por su correspondiente peregrino en actitud de descanso. Escultura moldeada en bronce que parece estar debatiendo internamente la eterna pregunta sobre el sentido de las cosas.
AVENIDA DE QUEVEDO, ADIÓS A LEÓN
La avenida de Quevedo, santo y seña de la barriada obrera y ferroviaria de El Crucero, cierra el itinerario peregrinal por la capital leonesa.
Tras vadear el río Bernesga por el viejo puente de principios del siglo XVII, el caminante apura sus pasos con la intención cerrar nuevas etapas en su memoria particular de sacrificio y aventura. Auténtico rey de su destino, en el horizonte inmediato aparece un horizonte de kilómetros y peripecias que le llevaran finalmente hasta el instante mágico de abrazar al Apóstol en la catedral compostelana.
Iglesia de San Pedro, la puerta de entrada a León
La barriada de Puente Castro, que se extiende a orillas del río Torío, se denominaba antaño Castrum Iudeorum (Castro de los judíos) por albergar la antigua aljama hebrea de la capital, asentada sobre lo que fue un remoto poblado astur.
En su memoria, la iglesia de San Pedro acoge el Centro de Interpretación del León Judío y del Camino de Santiago, pues constituye la antesala
para todos aquellos caminantes que, armados de concha, bastón y mochila, llegan a la capital leonesa en su viaje del este hacia el oeste en busca del conocimiento.
Santa Ana, Sabiduría Ancestral
En torno al Camino de Santiago se han tejido infinidad de leyendas y misterios, pero también realidades como la plasmada en la iglesia de Santa Ana, primer templo de la ciudad en dar la bienvenida a los peregrinos.
Dedicada anteriormente al Santo Sepulcro, a su lado existió un osario que recogía los restos de aquellos infortunados caminantes que no lograron llegar a su destino. La sabiduría ancestral del templo propició, durante siglos, una convivencia tolerada entre judíos, moriscos y cristianos. Y muy cerca de sus muros vino al mundo, en 1896, Buenaventura Durruti, el mítico líder anarquista.
Puerta Moneda, Comercio y Cultura
La épica del trayecto continúa hasta Puerta Moneda, una vía poblada de sombras medievales cuya denominación hace referencia a la entrada que se abrió en la llamada cerca nueva, allá durante el reinado de Alfonso XI.
Fue acogedor feudo para los monederos que acuñaban piezas de cobre, plata y oro, además de ejercer como cambistas para los peregrinos que contribuyeron decisivamente al florecimiento del comercio y el intercambio cultural que trajo consigo el Camino de Santiago, tremendo cauce de civilización y progreso.
Iglesia del Mercado, Apariciones Celestiales
Considerada una estación principal dentro de la ruta más devocional y militante de la vieja Europa, la iglesia de Nuestra Señora del Camino, conocida popularmente como del Mercado, fue testigo, en el año 560 de nuestra era, de una aparición celestial que forma parte principal del acervo colectivo leonés.
Un pastor que cuidaba sus rebaños encontró, escondida entre las zarzas, una imagen de la Virgen María. Milagroso acontecimiento, bautizado por las gentes como “La Aparición”, ocurrido en el mismo lugar donde ahora se erige una cruz de piedra, sita en la aledaña plaza del Grano.
La Rúa, entre el Cielo y la Tierra
El recorrido por la Vía Láctea de los alquimistas prosigue hacia la calle de la Rúa, cuya piadosa tarjeta de presentación toma forma en el convento de las Concepcionistas.
La llamada antaño rúa de los Francos es una de las travesías con más personalidad del León histórico, ambientada desde tiempo inmemorial por el roce de las sandalias y el golpe del cayado jacobeo. Se dice, con mucha razón, que existen tantos Caminos como peregrinos, pero la Rúa sigue siendo testigo directo del goteo humano que, meciéndose entre la tierra y el cielo, viaja hacia la casa del Apóstol.
San Marcelo, un Mundo de Detalles
En el Camino de Santiago se entremezclan las fábulas con historias tan reales como la “confesión de fe” realizada por el centurión romano Marcelo, oficial destacado de la Legio VII, que le valdría un infamante martirio.
Sobre el mismo lugar en que proclamó su conversión al cristianismo se alza el templo que acoge, en una urna de plata situada en el altar mayor, las reliquias del santo. Se trata de la principal referencia espiritual dentro de un enclave ornamentado por todo un mundo de detalles históricos y monumentales.
Calle Ancha, El Ruido de la Vida
El mundo en movimiento de los peregrinos toma ahora por la calle Ancha, una arteria que ha visto pasar todo el bagaje jacobeo de ideas y mercancías.
El alegre ruido de la vida se hace notar en este trayecto donde puede palparse, escrutando sus fachadas y entrando en sus comercios, alguno de ellos centenario, el rastro de los mejores afanes humanos. Escenario en el pasado de los carnavales y otros divertimentos locales, la calle Ancha, dicho sea en palabras de Cayón Waldaliso, por tenerlo todo, tiene hasta la Catedral al fondo.
Catedral, Materia de los Sueños
El protocolo del Camino exige, desde siempre, detenerse ante semejante obra maestra del arte gótico español: la Catedral de Santa María.
En la entrada principal de este templo construido con la materia de los sueños figura una estatua de la Virgen Blanca o Virgen de las Nieves. Y ambién una columna, conocida como Locus Apellationis, donde se situaba el imponente tribunal que juzgaba y sentenciaba los delitos cometidos en el León medieval, tanto por parte de los propios del lugar como de aquellos forasteros que, llevados por su ímpetu jacobeo, discurrían por la calle Mayor de Europa.
Barrio Romántico, al Gusto Leonés
Los mil y un recovecos de la orografía jacobea adoptan, al paso por la capital, su expresión más castiza en el llamado Barrio Romántico, trazado muy al gusto leonés.
Sus calles rebosan colorido y actividad gracias a los numerosos bares de tapeo y establecimientos de corte tradicional que abren sus puertas en una de las zonas más animadas y vibrantes de la ciudad. El legado milenario de solidaridad peregrina haya natural acomodo en una barriada donde lo moderno y lo vetusto se comprometen en un afortunado matrimonio de conveniencia.
San Isidoro, Democracia y Liturgia
La Basílica de San Isidoro es uno de los grandes tesoros románicos del Camino de Santiago. Coronada por una veleta en forma de gallo traída desde muy remotos horizontes.
Entre sus ilustres muros duermen el sueño eterno los últimos vestigios del santo titular, rescatados de Sevilla por el obispo Alvito. Y a su vera, en el Panteón Real, se encuentran sepultados numerosos miembros del linaje que gobernó estas tierras durante siglos, eligiendo la basílica como escenario para reunir, en 1188, las primeras cortes de inspiración democrática convocadas en Europa. Para conocer más sobre San Isidoro.
Renueva, una escuela de vida
Los siglos de oro de las peregrinaciones coinciden, puntualmente, con la etapa de mayor esplendor que ha gozado la capital leonesa.
Buena prueba del peso jacobeo en la transformación urbana se encuentra en la calle de Renueva, o Rúa Nueva, frecuentada desde antiguo por los romeros que venían de presentar sus respetos ante las reliquias del santo Isidoro. Aquel antiguo y empobrecido arrabal es, hoy en día, una zona noble y selecta que combina las reliquias del ayer con llamativos testimonios de la arquitectura concebida como espectáculo.
Suero de Quiñones, el hechizo del amor.
El periplo jacobeo ha forjado leyendas y episodios de traza novelesca como el protagonizado por el caballero leonés Suero de Quiñones.
Corría el verano del año jubilar de 1434 cuando, en compañía de otros nueves mantenedores, rompió lanzas a orillas del Órbigo contra todo aventurero que osara cruzar su puente. Una liza planteada como prenda de amor hacia su ingrata enamorada. Una vez terminada la justa, todo el grupo se dirigió en romería a Compostela, donde don Suero hizo entrega al Apóstol de un brazalete de oro en señal de agradecimiento.
San Marcos, Para Placer de la Posteridad
Hito arquitectónico de primer orden en el trayecto jacobeo, la fundación del edificio de San Marcos, un hospital dedicado a la atención del peregrino, se debe a la infanta doña Sancha.
El recinto fue luego casa mayor de la Orden de Santiago y ahora, ennoblecido por un bello envoltorio plateresco, hotel de lujo. A lo largo de la fachada de este monumento diseñado para placer de la posteridad lucen una veintena de medallones que representan distintos paisajes del Camino. Y frente a la entrada principal, un crucero arropado por su correspondiente peregrino en actitud de descanso. Escultura moldeada en bronce que parece estar debatiendo internamente la eterna pregunta sobre el sentido de las cosas.
Avenida de Quevedo, Adiós a León
La avenida de Quevedo, santo y seña de la barriada obrera y ferroviaria de El Crucero, cierra el itinerario peregrinal por la capital leonesa.
Tras vadear el río Bernesga por el viejo puente de principios del siglo XVII, el caminante apura sus pasos con la intención cerrar nuevas etapas en su memoria particular de sacrificio y aventura. Auténtico rey de su destino, en el horizonte inmediato aparece un horizonte de kilómetros y peripecias que le llevaran finalmente hasta el instante mágico de abrazar al Apóstol en la catedral compostelana.
Albergues, la Hospitalidad como Religión
Para hacer parada y fonda, León cuenta con dos albergues convertidos en espacios de encuentro y confraternización en los que prima la idea de compartirlo todo.
León cuenta con albergues destinados al peregrino